sábado, 11 de octubre de 2014

LOS SIERVOS: Construyendo la personalidad espiritual del siervo

“Querido hermano, pido a Dios que, así como te va bien espiritualmente, te vaya bien en todo y tengas buena salud” (3 Juan1.2)
No hay duda de la personalidad exitosa del siervo conduce al éxito de la servicio. Por lo tanto, el servidor debe estar preparado espiritual, psicologíca y devocionalmente. Entre los componentes del éxito fisiológico del siervo se encuentran los siguientes:
1.      La meta correcta
El siervo exitoso es el que tiene una meta espiritual específica y cree en ella, y encuentra su felicidad en alcanzar ese objetivo. La existencia de una meta clara es el primer bloque en la formación del carácter del siervo. Incluso si la personalidad del siervo no es buena o el siervo fue criado en una casa no sana y con problemas familiares. La personalidad del siervo tiene éxito en torno a un objetivo claro. El mejor consejo para el siervo que se queja  es empezar a poner un objetivo claro y no debe ser el logro de cualquier interés particular. Si la meta del siervo es lograr su propio interés o para su propia glorificación, entonces debe corregir esa meta para ser el menor y para glorificar a Dios.
No hay mejor meta que el amor expiatorio por Dios y por los demás.

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” (Mateo 22.37)
El verdadero siervo tiene sentimientos profundos para comprometer toda su vida a Jesucristo que lo salvó y lo ama eternamente y sin condiciones. Así que, si el rey sacrificó su vida por nosotros, ¿porque el siervo no va a sacrificarse por Jesús, el Rey de Reyes?
Jesucristo fue claro en su objetivo. Desde el comienzo de su servicio, Jesús siempre repitió su objetivo. Jesús siempre habló de lo que tendría que venir: "El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará" (Lucas 9:22)

Jesús reprende a Pedro cuando él trata de desviar a Jesús de la crucifixión. Después de la cena, Jesús dijo: «Padre, si quieres, líbrame de este trago amargo; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.» (Lucas 22.42)

La felicidad de Jesús está en la realización de su misión de salvación. Jesús enseñó la humillación para nosotros y para lograr su meta de la salvación. El objetivo claro de Jesucristo lo preserva de la deriva para convertirse en un rey terrenal.
"Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, tendría gente a mi servicio que pelearía para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí" (Juan 18.36)
Por lo tanto el objetivo claro preserva el siervo de la deriva, de alejarse y de perderse.
2.      El modelo

El siervo puede tener su ideal y hay un montón de ejemplos de santos que se sacrificaron a sí mismos en el servicio, como San Pablo, el apóstol, que lo perdió todo y considera su nada comparado con la pérdida de obtener el conocimiento de Dios y de servir a Dios. Otro ejemplo es Esteban quien fue apedreado hasta la muerte.
Podría haber un peligro de cambiar el objetivo del siervo de servir a los demás, en honrar a esos santos, y tener el afán de ser como ellos en su fama.
Jesucristo es nuestro sumo modelo, por lo tanto, es importante para el siervo poner siempre a Cristo en su mente, en su corazón y en sus palabras como el modelo más grande del amor expiatorio.
Mira a Cristo mientras camina haciendo buenas obras y el pueblo lo sigue y se aglomera, en actos de misericordia y amor hacia Él. Jesús siempre miraba la cruz que estaba preparada para el final de su servicio.
Mira a Jesús cuando hablaba con sus discípulos con amor y compasión, y Judas estaba sentado en medio de ellos.
Mira hacia Él, como se humilló y llevó su cruz hasta el Gólgota para completar nuestra la salvación, la voluntad de su Padre, quien lo envió. Por lo tanto no puede haber otro ejemplo mostrando el amor expiatorio más completo sino Jesucristo.
Si hemos perdido nuestro modelo más alto, nuestra voluntad se desviaría de nuestra meta, de la vida en santidad hacia la desviación y la lujuria.
Por lo tanto, siempre tenemos que mirar hacia la persona de Jesucristo como nuestro modelo más alto por sus hechos, su sabiduría, y su amor sin límite, por llevar nuestras cargas, por su compasión y su fuerte personalidad.

3.      La voluntad activa

Cuando el objetivo y el modelo es claro para nosotros, nuestra voluntad sería activa y tendríamos un celo santo. ¿Cómo podemos ver a Jesús en la cruz manchada en sangre y no actuar por su amor sacrificial?
Si la voluntad del siervo y su celo se vuelve más débil, el criado empieza a encontrar formas y excusas para escapar del servicio y para renunciar a las responsabilidades. El siervo necesita revisar su meta y seguir su modelo. El siervo que siempre pone su meta y modelo, Jesucristo, en cada paso que da, tiene una voluntad y un celo ardiente en su corazón por el servicio.
Él insistía con alegría para completar el servicio sin importar las condiciones que se oponen a que completen el servicio. Para cuando la voluntad es fuerte, las emociones toman el control y viceversa cuando la voluntad es débil, porque el siervo no alcanza su meta y modelo, el siervo cae en la tibieza.

4.      El trabajo espiritual
Si quieres fortalecer tu voluntad, debes saber que no hay medios de la formación del carácter de siervo que le puede ayudar más que el trabajo real. El servicio bajo la supervisión de un siervo mayor o un padre espiritual y sabio, sobre todo en el servicio espiritual, es la mejor bendición que el siervo puede conseguir para la construcción de su personalidad.
El siervo no sirve porque él o ella ama la enseñanza, sino por el amor a los demás. Ese servicio reconstruirá el carácter del siervo y fortalecerá su voluntad y el servicio continuo durante toda la vida del siervo, es la medida de la meta correcta y la veracidad del modelo que él o ella sigue y también mide la fuerza de la voluntad del siervo por el cual el siervo controla sus emociones.

El servicio es una bendición que revela al siervo a su propia debilidad y refuerza su carácter.